viernes, 20 de abril de 2012

¿AUTÉNTICOS REPRESENTANTES?

¿AUTÉNTICOS REPRESENTANTES? Al oír esa pregunta, me sentí como fiscalizada, ¿para qué quiere saber esto?, -pensé con preocupación, ¿cuánto daño puede hacerme con este tipo de cuestionamientos?, -continué pensando con bastante fastidio, pero sin hablar. ¡No te adelantes!, me dijo mi voz interior, “sólo Dios conoce el corazón humano, no quieras leer las mentes de tu prójimo si ése don no se te ha dado. Tus malas experiencias anteriores no debieran hacer malas también las presentes y las futuras”. De pronto, me devolví a dónde me había quedado, estaba en la oficina de administración conversando con un compañero de trabajo que me ayudaba a llenar una boleta de salida, ¿comisión de servicio, amiga?, -me preguntó, -sí –le dije cortante. A mí misma, no me gustó mi propio tono de voz, entonces repetí más amable, -sí por favor amigo, ¡perdón, estoy distraída!, -intenté excusarme. Pero…. –continuó él, -el lugar a donde vas, ¿es por alguna tarea de la Institución? –Preguntó él. Yo hice un silencio, m´ás o menos largo, -sus palabras me hicieron sentir como perseguida, me invadió el temor de que me descontaran esa salida, yo no iba a descansar ni a enviciarme ni a jugar poker, tampoco iba a otro trabajo, ni al médico, iba al Congreso de la República porque se debatía la nueva Ley General de la Persona con discapacidad, eso es activismo, -pensé con energía, me repetí como para autoconvencerme, -“si queremos que todo sobre nosotros se haga con nosotros”, debemos estar presentes, porque sino todo, absolutamente todo, se hará sin nosotros y no podremos protestarlo después. La Institución en efecto no se encarga de las personas con discapacidad pero tendrá que acatar lo que diga ésa Ley en cuanto pertenece a la Administración Pública y tenga trabajadores con discapacidad como yo. -¿terminaste amigo?, -le pregunté, -sí, puedes firmarla, -me dijo ayudándome a calzar la ventanilla de mi plantilla sobre la boleta. Yo mientras firmaba, le dije en tono de voz más bajo, -¿sabes amigo?, Conversé con la asesora sobre esto y ella me autorizó a informarlo como comisión de servicio, -concluí. -Ssssíiiií –titubeó –lo que pasa es que si además por esta salida, llenas una planilla de movilidad, la “caja chica”, te reconocerá los costos que te genere ése traslado. –Mi mente se nubló por unos segundos, la temeridad y la prudencia me hablaron al mismo tiempo, la prudencia habló más alto. –sssíiiií, amigo –le dije también titubeando, lamentablemente hasta ése punto no llegó el acuerdo con la asesora, yo ignoraba ésa posibilidad y no la plantée, -hice una pausa, -tendría que …. Volver a conseguir una entrevista para abordar el tema. ¡No te adelantes!, me dijo mi voz interior, “sólo Dios conoce el corazón humano, no quieras leer las mentes de tu prójimo si ése don no se te ha dado. Tus malas experiencias anteriores no debieran hacer malas también las presentes y las futuras”. –Recibí la boleta de salida, -gracias amigo, -le dije y caminé hacia la puerta, sorteando los módulos. Sin embargo, me pregunté, ¿cómo debiera ser?, porque algo que se ha lamentablemente generalizado es que una vez que los líderes con discapacidad consiguen trabajo, o sea, una vez que resuelven su problema personal, se retrotraen de sus antiguas funciones como sociedad civil, y somos menos, cada vez menos los que continuamos en el barco, no porque seamos menos los que necesitamos resolver nuestras necesidades colectivas o porque las implementaciones de medidas para resolverlas hayan tenido éxito, sino porque las actividades como sociedad civil, no pueden hacerse after hours, con el tiempo que nos sobra, están enmarcadas dentro de los horarios regulares de las oficinas y demandarán por ello algún tiempo que usamos para el trabajo. ¡No podemos dejar a los que vienen detrás a su suerte!, la vigilancia y el feedback que aporta la sociedad civil con discapacidad en los procesos de cambio que nos involucran,es insubstituible.

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